Y cuando da con ella, se la echa a los hombros lleno de alegría, y al llegar a casa, reúne a los amigos y vecinos y les dice: "¡Alegraos conmigo, porque he encontrado la oveja que se me había perdido!". Pues os aseguro que también en el cielo habrá más alegría por un pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. (Lc 15, 5-7).
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