Celso Currás
¡Era lo que nos faltaba! Que países con resultados educativos mediocres, o incluso malos en algunas competencias, se metan con los deberes escolares. Un paso más en la destrucción de todo aquello que signifique esfuerzo y responsabilidad. La idea parte de Francia, pero enseguida encontró eco en nuestro país, especialmente en la Ceapa. Como ocurre con estos temas sensibles, suele haber informaciones sesgadas y, por lo tanto, mucha demagogia.
Primera: los deberes escolares han de ser una tarea imprescindible para los alumnos, como hábito de trabajo personal y para recuperar, consolidar o ampliar destrezas y conocimientos. Tendrán una duración progresiva según su edad y no tienen porqué impedir el tiempo de juego y de ocio.
Segunda: la dicotomía no ha de ser "deberes sí o no", sino "deberes bien puestos o no". Para que unos deberes cumplan con su objetivo, deben tener relación directa con el trabajo escolar realizado; estar muy bien preparados por el profesor, en coordinación con el resto de los docentes; ser lo más motivadores posible y poder realizarse de forma autónoma.
Tercera: no tiene sentido, por lo tanto, el argumento de que los deberes acentúan las desigualdades entre los alumnos, al beneficiarse unos de ayuda familiar y otros no. Si la tarea está bien puesta, como se indicó, puede ser realizada sin apoyo. Por supuesto que los padres deben ayudar a sus hijos en casa, pero está comprobado que es más importante su papel estimulador, de apoyo y de coordinación con el centro escolar, que el de centrarse exclusivamente en el currículo.
Lo que ocurre es que los alumnos no son capaces de trabajar individualmente porque, como ocurre en muchos casos, no tienen comprensión lectora o capacidad de razonamiento, por citar solo dos carencias esenciales. Este sí es el verdadero problema de los deberes escolares, que lo es también de la enseñanza actual, en general.
Todos los padres quieren que sus hijos consigan una sólida formación, que les permita alcanzar buenas profesiones. No lo van a lograr sin esfuerzo y sacrificio; sin voluntad, que es la educación por excelencia. Los deberes están muy cerca de todo esto. Dejémoslos en paz. Acerquémonos a la escuela para conocer mejor la tarea que se va a encomendar a nuestros hijos y cómo podemos ayudarlos.
Fuente texto: La voz de Galicia
Fuente fotos: Google images
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